La narración oral es comunicación transformada en arte, pero al mismo tiempo, conserva todos los recursos expresivos que manejamos en la comunicación cotidiana.
El ser humano tiene dos formas fundamentales para comunicarse y expresarse: la voz y el cuerpo. Como ya he comentado en anteriores entradas, una buena voz es vital para un narrador y hay que cuidarla. Pero el cuerpo tiene también su propio lenguaje, un lenguaje no verbal que se puede expresar mediante gestos, movimientos, la mirada y el desplazamiento por el espacio escénico. Todos ellos deben ser, sin duda alguna, coherentes con lo que expresamos verbalmente.
La ciencia que estudia el lenguaje corporal se conoce como: Kinésica o Quinésica y lo que hace es estudiar el significado expresivo o comunicativo de los gestos y movimientos corporales.
Para un buen narrador es de vital importancia ser consciente de cuánto puede llegar a transmitir un simple gesto, una sencilla postura o un mínimo movimiento.
Todo el cuerpo habla, pero para la narración oral hay tres partes del cuerpo que tienen una gran relevancia:
las manos, los ojos y el rostro.
a) Las manos:
Las manos juegan un papel muy importante en las comunicaciones. Su movimiento está estrechamente ligado a las emociones. Cuando alguien desea enfatizar sus palabras, realizará movimientos más amplios o intencionados.

b) Los ojos:
De todas las partes del cuerpo humano que se emplean para transmitir información, los ojos son los más importantes ya que pueden reflejar matices más sutiles.
c) El rostro:
Con los movimientos de la cara podemos manifestar diferentes tipos de emociones.
A continuación les dejo a modo de resumen, varios factores a tener en cuenta que nos pueden ayudar a propiciar una buena comunicación con nuestro auditorio y una conexión inmediata.
1. Evitar parpadear constantemente, puesto que denotaría nerviosismo e inseguridad.
2. Tratar de que nuestra mirada sea directa, establecer contacto visual con nuestros oyentes.
3. Mantener siempre una posición adecuada, evitando los movimientos bruscos.
4. Controlar el movimientos de nuestras manos, utilizándolas solamente cuando la narración así lo requiera, manteniéndolas siempre visibles.
Anímate a explorar las posibilidades de tu cuerpo a través de la expresión corporal, ya que cuenta igual o quizá un poquito más que el lenguaje verbal. Examina cada parte para incluir en tus narraciones al lenguaje corporal y aprovéchalos al contar cuentos.
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