Cuando pensamos en narrar una historia, muchas veces imaginamos qué vamos a decir, cómo estructurar el relato o qué mensaje queremos dejar. Pero hay un recurso que a veces pasa desapercibido y que es clave para que una historia cobre vida frente a un grupo: la voz.
La voz es más que sonido. Es ritmo, es emoción, es pausa y es presencia. Es con ella que sostenemos la atención de quienes nos escuchan, generamos atmósferas y le damos identidad a los personajes. Por eso, para quienes trabajamos con la palabra —docentes, bibliotecarios, narradores orales—, es fundamental aprender a conocerla, cuidarla y entrenarla.

Mejorar tu voz es clave para comunicar el cuento con fuerza. Una voz bien
trabajada transmite seguridad, emoción y capta la atención. Al contrario,
una voz monótona debilita incluso el mejor cuento.
Recordá… podés tener una historia brillante, pero si la contás con una voz plana, no conectarás con tu audiencia.
¿Qué hace a una voz narradora?
Aquí te comparto algunos consejos.
- Intención clara: No es lo mismo contar una travesura que un momento tierno. La intención guía el tono, el volumen, las pausas.
Te doy un ejemplo: contá una anécdota graciosa como si fuera un secreto, bajando la voz. Vas a ver cómo los oyentes se inclinan hacia adelante para no perder detalle. - Variedad y musicalidad: Cambiar el ritmo, el volumen y el tono hace que el relato no sea monótono.
Te hago una sugerencia: practicá leer un párrafo marcando bien las comas y los puntos. Luego, repetilo como si fuera una canción hablada. - Cuidado físico y emocional: La voz se cansa, se tensa, se apaga si no la cuidamos. Respirar bien, hidratarse, descansar y calentar antes de narrar son hábitos necesarios.
Un tip que no falla: hacé un bostezo largo antes de comenzar a contar. Ayuda a relajar la mandíbula y a abrir el canal de la voz.
¿Cómo llevar esto al aula o la biblioteca?
- Proponete hacer juegos de voces: imitar voces de animales, contar una historia solo con susurros o con distintas emociones (miedo, enojo, alegría).
- Grabá tu voz mientras leés un cuento y luego escuchala: ¿te gusta cómo suena?, ¿hay algo que cambiarías?
- Hacé ejercicios de respiración al inicio de la jornada: ayudan a centrar la atención y preparar el cuerpo para hablar.

Aprende a respirar, mejora tu voz
La entonación es el alma del mensaje. Es lo que hace que tu voz suene entusiasta, tierna, segura o aburrida. Una misma frase puede emocionar o pasar desapercibida, solo por el tono con que la decís.
Hablar sin variaciones es como servir una salsa sin sal: tenés todos los ingredientes, pero le falta el gusto. Para atrapar, conmover o emocionar a tu audiencia, necesitás jugar con la entonación.
Ejercicio sencillo para el aula o la biblioteca:
Decí esta frase tres veces:
“Hoy para cenar hay pollo con papas.”
— Primero, como si estuvieras enojado/a.
— Luego, como si te diera mucha tristeza.
— Y por último, con mucha alegría y entusiasmo.
¿Notás la diferencia? Es la misma frase, pero tres emociones distintas. Eso es lo que tu grupo va a sentir cuando te escuche.
Recordá siempre
La voz es un instrumento vivo. Se afina con práctica, se cuida con paciencia y se convierte en puente entre quien narra y quien escucha. Que cada historia que contemos tenga sabor, música y emoción.
Hasta la próxima entrada. Te mando un abrazo. Nos leemos entre cuento y cuento.